Si Heráclito te hubiera dado un beso.

... mis farallones exudados aspiran concatenar con tus ungidos cañones.

No existe nada inmune al toque.

No existe cuerpo que no cambie con el roce de otro cuerpo.

No existe un hombre que por principio,

No sea distinto al final de una ráfaga de besos.

No se puede entrar en una boca

y ser igual al que primero tuvo que romper con vigor el aire hasta los labios,

y de los labios llegar distinto hasta la lengua,

y cambiar con el sabor de la saliva,

y quedar transformado en los hilitos telarañádos

y en los suspiros a quemarropa.

No existe un toque si no toca,

Es regla en toga,

Y la memoria de los besos vuelven

y como Medusa tocan con sus ojos,

y nos dejan hecho roca.